El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), uno de los recursos más confiables a nivel global en materia de investigación científica en materia del cambio climático, ilustra un panorama preocupante y nos recuerda las consecuencias de no mantener la temperatura del planeta por debajo de 1.5 ºC . El aumento de la temperatura por encima de este nivel producirá cada vez impactos más impredecibles y peligrosos para las personas y los ecosistemas. “Cualquier retraso adicional en la acción global concertada perderá una ventana de cierre breve y rápido para asegurar un futuro habitable” (Hans Otto Pörtner- copresidente del grupo de trabajo del IPCC).
¿La misma historia de siempre? La imagen de un futuro inhabitable, el tiempo corriendose de nuestras manos para hacer algo al respecto y la impotencia de ser solo una persona, sola una empresa, solo un país… nos preocupamos y de regreso a nuestras actividades del día a día. Sin duda, el panorama del futuro, bajo un escenario de acción o esfuerzos aislados, es preocupante. Lo alarmante es que las consecuencias del cambio climático ya están afectando a todos los rincones del planeta. En algún momento de la historia, lo que está sucediendo ahora fue un problema del futuro. Por ello, es de suma importancia acelerar los esfuerzos para reducir las emisiones antropogénicas de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Las políticas gubernamentales existentes no son suficientes para resolver el problema. Es aquí dónde el rol del sector privado cobra importancia. El liderazgo, innovación e iniciativa de las empresas es vital para crear las sinergias necesarias que permitan la consecución de objetivos específicos y de gran impacto.
En línea con lo anterior, cabe señalar que la sostenibilidad se ha convertido en un factor de importancia en los negocios. En décadas pasadas se entendía que crear valor iba directamente relacionado a la maximización de ingresos. Sin embargo, la situación actual del planeta nos ha empujado a resignificar lo que entendemos por “crear valor”. Esto se ve reflejado en que hoy en día las empresas que están transformando el mundo, no son aquellas que generan más dinero, sino las que han redefinido su éxito en medida de cuestiones más trascendentales, tal como su impacto ambiental, social y económico; y que de esta manera trazan el camino para la transición del sector privado a uno mucho más consciente y alineado con las necesidades del mundo.
¿Por dónde empezar? Asumir la corresponsabilidad de la problemática a la que nos enfrentamos, y el ejemplo a través de acciones concretas son un buen punto de partida. En línea con lo anterior, el Protocolo de Gases de Efecto Invernadero es una herramienta que nos invita a abordar el impacto ambiental (en términos de emisiones contaminantes) desde todas las aristas posibles.
Dicho protocolo divide a las emisiones en dos categorías: emisiones directas e indirectas. Por un lado, las emisiones directas son emisiones de fuentes que son propiedad y/o están controladas por la empresa que informa, se denominan de “Alcance 1”. Por otro lado, las emisiones indirectas son aquellas que son consecuencia de las actividades de la empresa cuya fuente es propiedad o está controlada por externos. Se subdividen en Alcance 2 y Alcance 3. El Alcance 2 incluye las emisiones de la energía consumida por la empresa y el Alcance 3 las emisiones de su cadena de valor upstream y downstream (Greenhouse Gas Protocol, 2022). Por ejemplo, productos o servicios comprados, viajes de negocio, desplazamiento de empleados, uso de productos vendidos.
Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en 2019 el 42% de las emisiones las puso el sector energético, el 24% el transporte y el 19% la industria. Los datos son claros, el sector energético es el primer llamado a transformarse. Y es por lo anterior que quiero resaltar las emisiones de Alcance 2, ya que estas representan más de un tercio de las emisiones de GEI a nivel mundial.
Pongamos el caso de un auto eléctrico, que fue diseñado con el objetivo de mitigar el impacto ambiental de la movilidad. Hoy día, utilizar ese carro en México es más contaminante que un auto normal. Usar el mismo carro eléctrico en Canadá es 80% menos contaminante que en México. ¿Por qué pasa esto? De acuerdo a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), el consumo energético del Sistema Eléctrico Nacional, tiene un factor de emisión para el año 2019 de 0.423 tCO2eq /MWh (SEMARNAT, 2019). Por otro lado, Canadá que tiene un factor de emisión de 0.12 tCO2eq /MWh (Carbon Footprint, 2020).
Lo anterior, se explica debido a que la electricidad de la red es una sola independientemente de su fuente de generación. Cada usuario conectado a la red nacional retira electricidad de una mezcla de fuentes (que incluye tanto fuentes de energías renovables como no renovables). Es decir, la emisiones del auto eléctrico tienen el potencial de ser menores en comparación con un auto de combustión. Sin embargo, el hecho de recargar su batería con el mix de generación actual en México en el que predominan las energías no renovables (89% según el último Balance Nacional de Energía), obstaculiza la transición a una movilidad menos contaminante.
¿Y esto qué tiene que ver con la corresponsabilidad que asumen las empresas en materia climática? Existen mecanismos que han sido desarrollados a nivel internacional que permiten tomar responsabilidad de las emisiones de los alcances 1, 2 y 3 que generan las actividades de la empresa.
Uno de ellos es el estándar internacional REC que es una organización sin fines de lucro que trabaja para proveer un sistema de seguimiento de atributos renovables, enfocándose en las emisiones de alcance 2. Es un sistema con reconocimiento internacional que permite rastrear la energía asociada al I-REC (International Renewable Energy Certificate) desde su generación, fuente, fecha de puesta en marcha y ubicación de la central de generación. Se genera 1 I-REC por cada MWh de energía que se genera a partir de fuentes renovables y las empresas tienen la posibilidad de adquirir los I-RECs equivalentes a su consumo energético, impulsando así el desarrollo del sector renovable en el país.
La mayoría de los programas voluntarios de energía verde (I-RECs incluidos) son diseñados para traducir la demanda de los consumidores de ciertos tipos de energía en cambios a lo largo del tiempo en el suministro de esa energía. Cuando la demanda aumenta, hace subir el precio de estos atributos, creando así un incentivo para expandir el suministro de instalaciones de generación de energía de baja emisión de carbono (Greenhouse Gas Protocol, 2022). Es de esta manera que los I-RECs impulsan el sector energético renovable en México. Recordemos que el sector energético es de los más contaminantes y que por ello transformar la matriz energética del país a una con mayor proporción de energías renovables es de vital importancia. El tiempo para la acción es ahora.
Referencias
Carbon Footprint, (2020). Country Specific Grid Greenhouse Emission Factors. Recuperado de:
IEA, (2019). Emissions by sector. Recuperado de:
IPCC, (2019). Special Report on the Ocean and Cryptosphere in a Changing Climate. Recuperado de:
Greenhouse Gas Protocol, (2022). GHG Protocol Scope 2 Guidance. Recuperado de:
Secretaría de Energía, (2020). Balance Nacional de Energía. Recuperado de:
SEMARNAT, (2019). Factor de Emisión del Sistema Eléctrico Nacional 2019. Recuperado de:
The International Rec Standard, (2022). What are RECs? Recuperado de:
World Resources Institute, (2022). Greenhouse Gas Protocol. Recuperado de: